Vitral (Las ciénagas I)
VITRAL
ten cuidado con la mariposa de tu boca que, como labios sensibles al tacto, vocifera miedos y muerde sin previo aviso y tiende a ocultar errores del pasado,
¿donde están los ángeles de los que tanto hablas cuando revoloteas (como una aparición celeste iluminada por el sol) por entre los plantines
rojos y verdes
y rosas y palpitantes
del jardín?
benteveo me ha dicho que no son más que una mentira, pero creer en él conlleva adversidades
pues pareciera que en éste jardín todo fuese una mentira,
lo veo en el destello de tus ojos (de vidrio),
amarillos por el impacto del sol
y en tu pelo (hecho de pasto)
y en tu cuerpo
ahora también parte del cielo
(como compuesto por partículas de agua,
extrañamente saladas).
PLAZA—PARQUE
*chop* *chop* *chop*
a los arboles cortan
y de su carne roja
viva
nacen como deformes
nuevas ramas que rasgan consigo
la tranquilidad del éter de primavera
(como cuchillas que cortan pan
como cuchillas que cortan extremidades)
y crecen y crecen
y se expanden
y vuelven a dar sombra
pues ámbar brilla la superficie de sus hojas,
y entre parches grises
duermen atropellados del calor los transeúntes
(quienes luchan por un mísero lugar)
y entre ellos,
los responsables se ocultan
(con tal de no perjudicar las suyas).
III
pequeñas criaturas emplumadas saltan
(como repicoteando)
entre parches de sol
de esquina a esquina
y entre sus pasos flores brotan,
de cabecitas blancas
y amarillas (como el vidrio)
y soleadas (como pequeños ángeles)
y al silencio
con sus lumínicos gorjeos decoran.
IV
un día de primavera invité al sol a sentarse conmigo y conversar y un perro, diminuto como las florecitas blancas que por montones brotan en la plaza—parque, cautivó su mirada y éste lo iluminó y de él ya no se veía más que su pecho lampiño hecho sombra
(ahora extendida como la noche)
en busca de su cuerpo (diminuto)
entre la inmensidad que ahora contemplo en silencio
puesto que mi voz también se fue en busca de su brillo,
*shh*
(ahora susurro nocturno).